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Escafandras: blog de psicología online

Blog sobre psicoterapia online, feminismo y salud mental

  • Foto del escritor: Ángela Cardona
    Ángela Cardona
  • 29 sept
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: hace 22 horas

"No soy suficiente" y otros machaques que puedo decirme


El respeto a uno mismo es una disciplina,

un hábito mental que no se puede falsificar,

sino desarrollar, ejercitar y mantener.

 Joan Didion


En mi consulta he escuchado a muchas mujeres de diferentes partes del mundo, edades y orígenes. Algunas son inmigrantes y otras locales, feministas o no. Pero coinciden en tener una dinámica de pensamiento fustigante, con distintos niveles de dureza.


Una de las pistas que me dan cuando hablan en sesión, es que en lugar de un látigo (metafóricamente hablando), lo que golpea el pensamiento es un “latiguillo” constante y conclusivo.


Un latiguillo, es lo mismo que una muletilla, en su defición. Y aunque algunas de estas frases si son una forma de terminar las oraciones o lo que están diciendo en sesión, también son frases internas que con el que termina cada diálogo interno y que escucho y resalto en sesión

Muchas veces funciona como una canción pegadiza, (sin sentido contextual incluso).



Obra de Juli Adams que representa a una  mujer no suficiente
@juliadamsart

Frases como:

“No soy lo suficientemente buena”;

“no me lo merezco”;

“soy una estafa”,

“soy un fraude”;

“no soy buena”;

“no sé”;

"qué se yo";

“por qué alguien me querría”;

“no me elige”;

“no hago lo que tengo que hacer”;

"no sé porqué..."

“no valgo”;

“soy mala”;

“soy perezosa”;

“soy tonta”;

“ soy inútil”;

“no sirvo”;

“no soy adulta";


Este latiguillo mental tiene la forma de una certeza, de una “verdad verdadera”. Una parte racional puede saber que no es cierto. Pero otra parte, más ruidosa, insiste en recordárnoslo.


Aunque en origen, esta muletilla se creó con algún sentido de protección frente al miedo, como una respuesta a la ansiedad, poco a poco se fue transformando en un machaque a la autoestima, trayendo bastantes efectos negativos, incluyendo sintomas como la parálisis o la inhibición,


Es importante saber, que es natural que nos habiten pensamientos de autorreproche como parte de nuestro proceso de madurez y crecimiento.

Pero, estas frases absolutas, no tienen esa función de reflexión. Son atribuciones que apuntan a la reprobación, al regaño o a la denigración y alimentan el malestar psiquico o incluso cuadros aún más complejos como la depresión, ya que no hay autoestima que aguante semejante embestida.


El miedo a no ser suficientes y a no ser queridas es más humano de lo que crees


una escafandra protegiendose con un paraguas porque representa no sentirse suficiente

Todos como humanos tenemos dos grandes miedos fundantes:


1) No ser suficientes , no estar a la altura de nuestros pares: aún llevamos la impronta que quien no mostraba alguna habilidad valiosa para el grupo era apartado y moría. En nuestra sociedad es muy común las comparaciones, las clasificaciones, y en el caso de las mujeres, estas siempre apuntan a grados de perfección.


2) Miedo a que no te quieran. Este miedo innato hace que nos necesitemos y establezcamos vinculos entre unos y otros, que nos protejan y nos cuiden y viceversa. Es lo que ahora conocemos como Apego. Desde nacer, dependemos de ello.


El radar para saber si se nos quiere, y el por qué se nos quiere, está activo desde nuestra infancia, lo identificamos y se nos convierte en mandato. Tanto para agradar y ser reconocidos, o tal vez para llamar la atención y ser vistos.


En las mujeres estos temores se sobredimensionan, por la presión de género y por el hecho que no desde hace mucho que las mujeres ponemos a prueba estos dos temores en el ámbito de lo público.


El autoreproche, el desdecirse cuando se habla desde un lugar de deseo, anhelo, saber, solo muestran una inseguridad casi estructural que venimos arrastrando.



¿Cómo dejar de fustigarse?



una mujer con cabeza de cubo de rubik que represnta un enigma mental
Caitlyn Grabenstein en @cult.class

Como muchas de mis consultantes saben, en terapia se trata de relativizar esos pensamientos absolutos.


Pues comenzaremos a partir de tres ejes:


  1. El serio autorespeto. Piensa cómo te gustaría que alguien que no quiere herirte, ni descalificarte,(en este caso tú misma) te transmite un desacuerdo.

  2. Cuestionar el significado y función de los machaques, qué esperas al decirte esto: ¿crees que es asumir una realidad?, ¿es castigarte?, ¿es com-padecerte de tí misma?. Desarmarlos de tal manera que cuando vuelvas a esos pensamientos, queden desacreditados.

  3. Autoconocimiento. Es útopico terminar de conocerse, pero entre más tengas relatada tu vida, novelada y analizada tu forma de ser, tendrás más seguridad en el quién eres.

  4. Identificar en qué dinámica de pensamientos distorcionados solemos encerrarnos, para esto puedes ver el otro post: Encerronas Mentales.


Termino con un ejemplo de la terapia


M. solía comenzar las sesiones de la siguiente manera “Te va a parecer una tontería esto que digo”; o, “ya lo sé, soy tonta por pensar eso”, o, "te debo estar aquí aburriendo con esto tan insignificante” y con mucha suerte podía llegar al “me siento ridícula cuando te cuento esto”.


Y estas frases muletillas, estos latiguillos, me decían más de ella, que los hechos a los que se refería. Me explicaban cómo se sentía, que imagen de ella se le devolvía: tonta, ridicula, insignificante.


Esa vara de medir es completamente subjetiva a M., a cómo se siente al exponerse frente al otro, donde piensa que sabé lo que piensa el otro, y da por hecho que sus emociones negativas reflejan, forzosamente, el estado real de las cosas.


Cuando M. indaga en su propia historia, entiende que su padre todo el tiempo hablaba de ella en terminos de "eres demasiado lista para eso", "eso tienes que saberlo", "no eres tan tonta como las demás mujeres", en una edad en la que claramente no entendía a qué se refería, ni qué era lo que había que saber...ni qué era eso que sabían las mujeres, y de lo que ella supuestamente sabía más.


Estos dichos más bien la dejaban en un lugar contrario, sintiendose tonta de antemano y avergonzada por no saber, porque ella "tendría que saberlo", si ya se le había dicho con certeza que ella sabía.


En el trabajo en terapia, M. pudo ubicar que ciertamente hay cosas que no sabe, sobre todo lo que el otro piensa, que con algunas cosas tiene que esperar para saber, pero que eso no la hace tonta... Y que el mandato que viene de su padre de ser lista, se le impuso como un enigma, porque nunca supo muy bien de qué trataba eso para él.


Esta es una caraterística entre otras, de la inseguridad intrínseca que encuentro en las mujeres en terapia, en este caso, la de una forma de presentación fija: de machaques y autocritica, a veces feroz, que acompaña al discurso muchas de ellas. (yq ue refleja el conflicto de una voz interna).


Desarrollaré más de estas carcaterísticas para ir entendiendo, cómo se presentan y cómo podemos identificarlas.


Pero antes cuentame un poco, ¿qué reproche constante padeces?




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