- Ángela Cardona
- 23 sept
- 3 Min. de lectura
Actualizado: hace 1 día
El perfeccionismo como ilusión de control

Muchas mujeres en mi consulta, se identifican con alguna de estas formas de perfeccionismo:
1) Las que se paralizan y no terminan sus proyectos
2) Las que terminan, pero nunca están "satisfechas" con su trabajo
Aunque usan el "perfeccionismo" como ilusión de control, la paralisis y la insatisfacción constante van más allá de la fuerza de voluntad, se trata en muchos casos de una respuesta a la angustia y al miedo. ¿Pero angustia de qué o miedo a qué? Voy a desarrollarlo:
La tiranía de los deberías
Una de las formas de presentación del perfeccionismo es el bucle de los deberías, debería hacer eso, debería haber hecho esto, debería, debería, debería y no hago, etc.
Karen Horney (1885-1952) una de las primeras mujeres psicoanalistas, desarrolló la idea de "La Tiranía de los Deberías", una voz voráz que traduce todo en ideales inalcanzables.
En la psicología feminista, trabajar con estas ideas y reformularlas y contextualizarlas para romper el ciclo del perfeccionismo. Hay que ubicar cuáles son los "deberías" y de dónde viene ese empuje a estar siempre insatisfecha.
Horney también señaló, (y coincido), que el psicoanálisis fue construido desde una perspectiva masculina y, por lo tanto, era y es necesario revisar estas ideas para entender mejor la experiencia de las mujeres.
Subrayó la importancia de reconocer cómo la sociedad patriarcal contribuye a la internalización de estas voces críticas en las mujeres, alentando una autopercepción basada en la perfección y la obediencia a normas externas. Es decir, como mecanismo de control.
La presión que enfrentan las mujeres para ser perfectas tiene raíces muy profundas en la historia y la cultura. Desde siempre, se les ha impuesto la idea de ser la “mujer ideal" para ser elegidas: atractivas, cuidadoras y exitosas en el trabajo, sin margen para errores. Además, la sociedad tiene estándares de belleza mucho más estrictos para las mujeres, ya que han capitalizado su cuerpo, promoviendo imágenes ideales que son casi imposibles de alcanzar.
Desde pequeñas, las niñas son socializadas de manera diferente a los niños, aprendiendo a ser complacientes y a preocuparse por las necesidades de los demás, lo que las hace más sensibles a lo que se espera de ellas. Se valora a las niñas cuando son perfectas y sabias, y se traduce el ser buenas como perfectas.

Según varios estudios las niñas muestran una mayor preocupación por los errores y esto aumenta a medida que pasan de curso académico (Siegle y Schuler, 2000), las alumnas se inclinan por agrandar sus errores más de lo que son por el alto nivel de autocrítica y la gran insatisfacción personal, por lo que sus expectativas de logro son mayores.
Además, tienden a referir su éxito a la suerte o al sobreesfuerzo y establecen una percepción respecto a sus capacidades y habilidades diferente a sus iguales, los hombres, añadiendo que los roles impuestos afectan a las expectativas y a la autoestima.
Un ejemplo de esto, nos lo dicen en el libro El Síndrome de la Impostora, las autoras reflejan cómo, ante una candidatura laboral, las mujeres tienden a no aplicar, si no cumplen el 100% de los requisitos, mientras que los hombres lo hacen con un 70%. (Ellas infravaloran, ellos sobrevaloran).
La Importancia de Normalizar el Error y el Proceso de Aprendizaje
En terapia, trabajo con las paradojas y dudas patológicas que el perfeccionismo impone, al igual que con los síntomas que arrastra como ansiedad, depresión o burn out.
Una estrategia común es primero darle lugar a la frustración y luego intervenir para normalizar el error como parte del proceso y a conectar con su trabajo, más allá del resultado. Curiosamente son mujeres que les encanta aprender pero no soportan el proceso de aprendizaje.
Analizamos los “deberías” y buscamos transformarlos en preferencias o deseos más flexibles: “Me gustaría hacer esto de la mejor manera posible, pero está bien si no es perfecto”, es decir, relativizar los propios mandatos.

Cuando el perfeccionismo se transforma en una alta sensibilidad a la crítica, una estrategia terapéutica que practico, es diferenciar el "feedback " de la crítica personal. Al utilizar el anglicismo, se puede tomar distancia y contextualizar la crítica en el trabajo y no en la persona.
Entender que la perfección no es un requisito para merecer ser querido ni para disfrutar de la vida, ni siquiera es una cualidad o una virtud.
Aceptar los errores es parte del proceso de aprendizaje y para aprender hay primero que no saber... y tolerar y soportar entonces ese espacio-tiempo de incertidumbre.
Estos patrones de perfeccionismo pueden ser difíciles de manejar solos.
Para saber más sobre mi servicio de psicoterapia, puedes leer que trato en una primera sesión.
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